Ramón Francisco
Presidente
Ramón Francisco
Ramón Francisco nació en Puerto Plata el 21 de octubre de 1929, pero sus primeros años transcurren en Santiago de los Caballeros. Cumplidos los 15 años, se traslada a Santo Domingo donde trabaja y estudia. Se da a conocer en 1952 con Los Juglares, agrupación que presidía Manuel Valerio y de la que llegará a ser uno de sus directores.
Sus compañeros de grupo eran Rafael Astacio, Pedro Guzmán Perdomo y Tomás Pujols Sanabia. Luego se le verá, tardíamente, entre los directores del El Silbo Vulnerado. Posteriormente fue miembro de, El Puño, agrupación cultural que aglutinó, entre otros, a Miguel Alfonseca, René del Risco, Armando Almánzar, Norberto Santana, José Ramírez Conde, Jeannette Miller, Antonio Lockward y Marcio Veloz Maggiolo. Este último ha estudiado con detenimiento a Francisco, debido a un largo proceso de amistad que los vincula.
Nos reuníamos dice Veloz Maggiolo a comentar La Poesía Sorprendida, y, recuerdo que más de una vez Francisco, allá por 1957 59, se mostraba impresionado por el impacto que había hecho el movimiento en los círculos extranjeros. Descubríamos entonces nuestro propio mundo. Siendo prologuista de Las superficies sórdidas y luego dedicándole extensos comentarios en su obra Cultura, teatro y relatos en Santo Domingo, Veloz Maggiolo se encuentra en una envidiable posición de intérprete de esta poesía. Refiriéndose a Las superficies sórdidas, ve esta obra como apéndice de un lejano surrealismo y apunte de una modalidad de expresión que me parecía nueva por su temática.
En cuanto a las Odas a Walt Whitma, las ve estructuradas sobre un tiempo circular que constantemente se muerde la cola para presentarlo a la realidad dominicana en una alucinante simultaneidad donde la historia contemporánea puede ser vista aun desde las perspectivas del pasado, en lo que coincide con ciertas técnicas usadas por Antonio Fernández Spencer en Los testigos.
La música popular le sirve de apoyo a Ramón Francisco para estos intentos de reflejar nuestra realidad. Fragmentos de merengues y pregones, aun con sus notaciones musicales, se reiteran a lo largo de su oda, La patria montonera, lo que le ha permitido al autor, además, hacer galas de sus excelentes cualidades declamatorias en lecturas públicas de sus poemas. Después de la tumultuosa experiencia de las odas, Ramón Francisco profundiza el mundo de los mitos afroantillanos llevado por una aspiración que lo hace interrogar el lado oscuro de la existencia para convertirla en un asidero que lo lleva a la verdadera creencia.
Es lo que nos permite interpretar el salto que se produce casi un salto en el vacío en la obra de este autor, cuando publica en el suplemento cultural de El Caribe un poema inusitado que recrea diversas partes del ritual católico de la misa.
Ramón Francisco es Contador Público Autorizado, graduado por la Universidad de Santo Domingo en 1957. Fue Presidente de la asociación que agrupa a los profesionales de la contabilidad. En 1965 desempeñó las funciones de Vise Ministro de Finanzas. Actualmente vive del ejercicio de su profesión. Ha incursionado en el cuento y en el teatro con obras que en su mayoría permanecen inéditas. Su silencio como creador de poesía abarca ya varias décadas, lo que es de lamentar.
Obras
Las superficies sórdidas (1960)
Literatura dominicana 60 (1969)
De tierra morena vengo (en colaboración con Manuel Rueda 1987)
Critica demás (1987)